Desde el Bosque Blanco (the poetical side)
domingo, 4 de diciembre de 2022
LA ROSA ATRAPADA EN SU ROSAL Y EL CABALLERO PERDIDO
WARA
ΙΣΤΟΡΊΑ ΤΩΝ ΒΑΘΙΏΝ ΜΟΥ ΘΥΜΏΝ ISTORÍA TON VATHIÓN MOU THYMÓN (Historia de mis profundas furias) - CATARSIS EN TRES ACTOS
CAPÍTULO I
ΕΠΙΠΌΛΑΙΟΣ
EPIPÓLAIOS
(Superficialidad)
Algo sonaba en el pasillo de aquel burdel de la vida. Algo no sólo sonaba, olía. Ese olor a perfume de traición, de superficialidad, de ego autocomplaciente, profundo, despreciable.
Las miradas de mi interior, en aquel club que abrieron para ir a tomar un café con sus demonios, ya la habían olvidado, pero esa noche, la oyeron de nuevo, la temblaron de nuevo, la olieron de nuevo. ¿Habría escogido, como siempre, un vestido exclusivo para la ocasión?. ¿Habría asesinado a una o un costurero, esto último más que probable, sólo para llenar su vanagloria ocasional?. Oscuros recuerdos mentales volvían a cazar aquel olvidado martirio.
Sabía que había, cual mantis religiosa, comido mi ser hasta lo más profundo. No dejo hueso alguno para la carroña. Se llevó aún la pequeña luz que me hacía sonreír y yo hacía sonreír cocinando imaginarias sopas con hojas y cabalgando sobre imaginarios unicornios hacia mundos de los que fuimos exiliados para siempre.
Aquel rostro en forma de pez globo cantones, como siempre, estaba más pintado de lo debido, pero nunca más de lo debido.Aquellas joyas sonaban, cual cadenas, a cada paso que daba… ¿Es que acaso no le pesaban?... No creo. Alguien sin conciencia, jamás tiene pesos encima. Las miradas de mi interior no podían evitar fijar su atención en tan grotesca comparsa.
No venía sola. Con ella estaba, a la izquierda, la reina madre de la superficialidad. Aquella que al grito de -¡adefesio! a quienes osaban mirarla, despreciaba todo lo que la rodeaba y llevaba la cabeza reducida colgada en su cuello del costurero que la había vestido para la ocasión. Reía al mirarme y haciendo con sus manos un sobre su cabeza de gorgona, dos cuernos, se reía haciendo temblar el recinto y provocando que aun mis demonios huyeran , escondiéndose de tan profunda oscuridad. A la derecha y en sus brazos, cargaba a una niña con dos rostros que voltean en secuencias precisas, Uno era tierno, angelical, y me sonreía hermosa. El otro era vacío, irreconocible, una más de ellas. Era aquella pequeña luz que se me arrebató una tarde de julio, entre polvos escondidos, mentiras y hedonistas fiestas con gente de caretas cocidas a sus rostros.
Epipólaios había cambiado todo por irse con un mediocre domador de tortugas. Había cambiado todo, para coleccionar lechuga y contentar a aquel domador con caparazones triples. Me imagino que ya no estaba en aquella prisión, pues él no aparecía acompañándola. No heme de extrañar esto, pues seres así, siempre, eternamente, terminan quedándose solas
La sala se silencio.El café club, oscuro y con un moho color azul, enmudeció al paso de tan grotesca procesión. Epipólaios se detuvo, buscó con la mirada, olió a la nada y volteando bruscamente miró hacia mí y con una voz de ultratumba gritó -¡hora de terminar lo que empecé!, mientras, convirtiéndose en una mantis religiosa, gritaba una y otra vez que tenía que terminar lo que empezó. Venía a comerme, a devorarme, a finalizar lo que no pudo terminar, a convertirse en una pesadilla.
Pero el tiempo en las milicias de la vida sólo me dieron alas de metal y ahora creía en mí (qué extraño, suena una canción conocida en mi mente). Y cogiendo aquella maravillosa hacha, pulida por mi mismo y labrada en la profundidad de las huestes celestiales, enfrento a aquella bestia de mi pasado, logrando convertirla en humo. De aquella densa humareda quedó, extendiendo sus brazos, aquella niña que no veía siglos, aquella luz pequeña con la que preparaba sopa de hojas y cabalgaba unicornios y, levantandola, nuestras miradas se convirtieron en sonrisas y futuras aventuras.
En cuanto a la reina madre, tranquilos, la tengo aprisionada en uno de los 7 anillos de mi infierno.
Los tacos estaban servidos. La invitación me llegó tarde pero al final llegó. Ella estaba haciendo una fiesta temática en algún lugar del sur del cielo. Llegar allí fue muy tedioso y un largo, peligroso y desgastador viaje. Con las ropas raídas, los pies conquistados por la onicomicosis y el tinea pedis, una evidente baja muscular y una delgadez extremas, ver aquel lugar donde los mariachis fúnebres sonaban a recuerdos, me recordaba a aquel viaje por el mar de la vida, donde el canto de aquella sirena, encegueció mi razón y me llevó a los más contradictorios sentimientos.
Los mozos eran plantas carnívoras, muy bien ataviadas por cierto, que servían además de aquellos tacos, pozoles y quesadillas de ermitaños perdidos, sobre mesas cuyos manteles azulinos daban un brillo de laguna a los granitos encajados en las paredes. Las danzantes apariciones de escarabajos de oro junto a aquellos péndulos que obligaban a mi cabeza ponerse alerta (ya que podría perderla) le daban el matiz escabroso que le faltaba al viaje largo tranco sipilitranco… Era una fiesta digna de ella.
Sýnchysi había sido la voz de mi alma. Una sirena que apareció en una de las mayores y más terribles tormentas de mi camino existencial. Una voz que no sólo sonaba hermosa, si no que embrujaba. Llegó una tarde de Octubre donde no llovía y hacía un sol tenue, pero mi alma tenía goteras dolorosas y el mar arreciaba amenazador las orillas de vivir un dia mas. Entre la confusión suya y la mía, partí en búsqueda de una felicidad que fue corta, confusa, terminal.
Los invitados estábamos esperando su aparición… La danza del péndulo se hacía mas rapida y más complicada de esquivar.
Cuando de repente entre la impaciencia general y el temor a perder la cabeza como otrora época y como algunos que nos rodeaban, los péndulos detuvieron su vaivén y se oyó aquella canción que siempre ella cantaba y… ¡apareció!.
Entre dos corales de oscura piel, surgió una voz suave, aquella que atrapaba a los navegantes y cual holandes errante , los llevaba al final más caótico y doloroso, a un remolino de confusión, de mentes perdidas, de olvido, de ceguera eterna. Los corales cayeron al paso de una gigante imagen que estaba lejos de ser aquella que recordaba de ella y al hacer su aparición física, un dejavu de terror se apoderó de mis entrañas. Desde su tumba gritaba - ¡Me salve, me salve!...
Al mirarme sólo puso una mirada tierna, exhalo una lagrima, y suspirando volteo y desapareció.
Uno de los mozos (plantas carnívoras, ¿recuerdan?)se me acercó y entregándome una carta, desapareció, junto a toda la parafernalia armada, y quede en medio de una oscuridad indescriptible.
Abrí aquella carta y su voz, la voz de Sýnchysi, empezó a leerla.
Querido y recordado ermitaño:
Te encontré al borde de un abismo, al cual recurrí para perderme eternamente y al verte allí ambos nos acompañamos. Nos conocimos en una tormenta marina, inacabable, eterna que se detuvo al darnos las manos. Mi canto te embriago y cegó al punto de salir de tu cueva y aislamiento y enfrentarte a ese mundo al que le tenias y odiabas. Llegaste tan lejos por amor, que muchas historias han quedado guardadas para ser contadas… Pero, nos falto tiempo… la muerte nos llegó y el abismo se hizo infranqueable… Por algo me llamo confusión… Y al final eso quedó… confusión.
Cradle of Filth sigue sonando en lo más profundo de nuestras noches eternas, pero ya no estoy… Desde mi más profunda tumba… te digo adiós… Te abandoné, te volví a buscar, te dejé solo, y, una vez más, te volví a encontrar y al final, parto para siempre…
Me llaman Confusión.
Adiós.
Caído en un profundo sopor, mi ser se desvaneció…
El viajero abrió los ojos y sintió el sol sobre su rostro… Las olas movían la embarcación de un lado al otro cuál mano que mece una cuna y al ver a la distancia, sabía que se avecinaba una tormenta profundamente extraña… Aquel canto, jamás volvería a controlarlo…
CAPÍTULO III
ΤΡΈΛΑ
martes, 21 de agosto de 2018
CUENTO V: LA LLUVIA Y EL LEPROSO
martes, 24 de julio de 2018
Doom poético de un segundo inspirado de inspiración
Poesía,
hermosa poesía.
Que alimenta el dolor y la nostalgia
de una vida que no fue,
ni será, pero,
que se hizo realidad en algún sueño
de por allá... y quizás,
acá.
jueves, 4 de enero de 2018
EL SISTEMA Y MI PERSONA NO SOMOS COMPATIBLES
El sistema y mi persona no somos compatibles... Sobre el escenario de la vida, su mirada ha sido de morbosa hipocresía... Aun de los "míos" y de los enemigos... Pendientes a mis caídas y ciegos a mis virtudes... ¿Alguna vez me importo?, no ayer, no hoy, menos mañana... Y sus mesas llenas de hedonismo, terminaran vacías... como sus vidas, como sus cadenas, como sus corazones.... Dios, ¿nos tomamos un mate, en la esquina de la montaña azul, en la que nos encontramos cada día?...