Comparto con ustedes un mini libro con cuentos nuevos y algunos recopilados para darle más cuerpo a esta aventura literaria. Comparto con ustedes "Cuentos de mi Amigo Imaginario"
CUENTOS DE MI AMIGO
IMAGINARIO
Autor: Abdul Whitemetal
Introducción
Érase
una vez que mi amigo imaginario, me contó estas historias, diciendo que no eran
reales en este lado, pero si lo fueron en su mente. Érase una vez que el silencio le dio respiro a
nuestra tierra y detenernos nos llevó de nuevo a mirar aquellos libros que
habíamos olvidado, a volver a componer aquellas canciones que
habíamos dejado de sentir, a retornar a escribir aquellas historias que habíamos dejado de vivir.
Érase
una vez que alrededor de una fogata
imaginaria, se contaron historias asombrosas sobre seres fantásticos y no tan
fantásticos. Se escribieron historias entre sueños y hermosos niños pequeños.
Se escribieron entre el adiós a los pañales, los juguetes parlanchines y las
sombras de los ashukitos.
¡Mi amigo imaginario ha llegado!
Parte I
Aquel
patio estaba silencioso, los restos de ese tiempo estaban aún latentes en el
ambiente. Los niños exhaustos, reunidos en aquel lugar a medio iluminar, se
miraban y sabían leer en sus miradas que algo tenían que hacer para que el
aburrimiento no les ganara la batalla. El silencio incomodo lo rompió el doctor
sonrisa, adivinen porque le decían así, ¡exacto! Por qué siempre sonreía y no
paraba de querer ver a todos contentos y ayudarlos. Siempre les ayudaba cuando
se caían o se sentían mal, era un niño muy vivaz, alegre y querido.
—
¡venga tengo historias para contar!—, exclamó,
invitando a sus compañeros a acercarse. Y todos lo miraron con los ojos
llenos de ese brillo propio de los que ven la oportunidad de algo nuevo y
sonriendo se sentaron y le dijeron: — empieza.
Mirándolos
satisfecho y medio serio a la vez, el doctor sonrisa, rápidamente se sentó, les
invitó con señas a hacer un círculo prudente, y a atender profundamente. — Esto
que a continuación os contaré sucedió en realidad, o quizás no. Poned las
orejas bien alertas y los sentidos fuera de toda preocupación. — Les increpó
con seriedad y barriendo a cada uno con una mirada misteriosa exclamó: — Abrid
la mente, abrid el corazón y cada uno en su momento, con estas cinco historias
que me conto, en su momento, mi amigo imaginario. Cuanto más real sea, mucho
mejor. Sentaos bien, y no os mováis. Aquí os traigo la primera historia que
ocurrió en mi hogar y vaya que fue asombrosa, como sé que lo serán las que le
sigan. ¡Atended, atended!
El
primer cuento es sobre la amistad, un conejo, un perro y el tiempo.
I
EL CONEJO, EL PERRO Y EL TIEMPO
El
conejo estaba asombrado. Su reloj detenido no le hablaba, su tic tac constante
ya no se oía y esto lo asustaba. El tiempo había parado.
De
repente miró alrededor y se dio cuenta
que no era aquel bosque del que siempre se quejaba, en el que estaba… Era el patio
de alguna casa, en algún lugar frio y con restos de alguna masticable y
deliciosa fruta negra desparramados en el suelo. —¡Exploraré!, grito en su
pensamiento, y moviendo sus rápidas y
acolchonadas patas, empezó a caminar.
Le
llamo la atención aquella pequeña casa al final del inmenso patio y pensó:—
¡debe ser otro hermoso y buen concejo como yo!— Acercándose preparó su mejor
sonrisa y dando un salto con estilo, se posó frente a la casa de madera y
saludo con su mejor sonrisa —¡Holaaaaaa!, el señor Conejo el Relojero, para
servirle.— Mas su sonrisa se volvió asombro, su rostro se entumió de susto y
sus patitas se volvieron resortes, al ver que de la casa salía un gran perro,
ladrando y corriendo a atraparlo con no muy buenas intenciones.
El delirante conejo empezó a correr sin parar,
sin saber a dónde llevar su conejoneidad, mientras el perro, detrás de él, ladraba con la única intención
de cogerle de la oreja. —Un hoyo, debo encontrar un hoyo. — Replicaba en su
mente el angustiado conejo. Y cuando
sentía que el cansancio y la falta de un hoyo serian su último pensamiento,
recordó. — ¡Pero si tengo el tiempo en mis manos! ¡Mi reloj en el bosque hacia detenerse a las horas, los minutos y
los segundos y aquí debe funcionar igual!
Tomando
el mencionado artilugio, le dio un beso y le canto la canción del tiempo que tanto le gustaba oír:
“Ya
no corras tiempo lindo,
Ya
no afanes tu camino,
Pues
contigo, tiempo lindo,
Mi
sonrisa es un cuento,
Y
mi tiempo es tu tiempo.”
En
aquel instante el tiempo sonriendo le respondió al conejillo: —Ese canto es un
encanto, y a tu servicio me detengo. — El conejo suspirando exclamo —¡estoy
salvado!— Y mirando en su entorno, todo
era un detenerse. Aquel can que lo seguía con la lengua fuera no se movía. Cual estatua fría y sin vida, ni
una pestaña retorcía.
El
conejo muy contento empezó a acariciarlo y susurrando al oído le dijo —si
moverte otra vez deseas, prometerme que no me comerás, deberás. — Y dudando y
con miedo le canto de nuevo el tiempo:
“Corre
ahora tiempo mío,
corre
sin que nada te detenga.
Libertad
es lo que tengo,
libertad
es lo que tienes.”
El
perro movió la cola y luego asombrado, observo al conejo y con la pata más
inmensa le apretó de una oreja. —¿¡qué
me has hecho conejo travieso, que mis cuerpo era una estatua, pero en mi
interior oía tu chillona voz!?— El conejo forcejeando respondió rápidamente —Sólo
el tiempo he detenido para no ser comido. ¿Hay en eso algún delito, mi estimado cancerbero?— El perruno
desorientado analizó la respuesta del astuto conejo y replicó —pues, creo que
no. Tan sólo tu vida decidiste salvar y lo lograste.
Y
extendiendo su pata de nuevo, le saludo — Morita me llamo. Para servirle señor
Conejo El Relojero. —
El
conejo sonriendo, una venia le entregó y con el ceño fruncido, mirando
alrededor le pregunto: — Este mundo está muy frio, se huele pena en el ambiente
¿Qué paso?.
—
¿¡Está historia que tiene que ver con la amistad!?— Interrumpió la doctora
Impaciencia (si, era la niña más impaciente del barrio) al doctor Sonrisa. A lo
que este increpó con una mirada seria: —No interrumpa damisela que aquí viene
lo que usted consulta— y mirando a todos
dijo —no volváis a molestar con fastidiosas impaciencias por favor. ¿En que estaba? ¡A sí!.
El
conejo intrigado por un mundo detenido, frio y triste, consulto a Morita, cuál
era la razón. A lo que esta respondió: - Las peleas conejo tontillo, más peleas
entre humanos. ¿Acaso no sabes de ellas?
Rascándose
la cabeza el conejo respondió: —pues no. Donde vivo todos nos llevamos bien,
nadie busca hacerle daño a nadie y nadie jamás se pelea. Todos vemos por los
otros y nunca dudamos hacer el bien al vecino y menos buscamos hacer daño a
nuestro entorno. Por cierto ¿por qué se pelean los humanos?— El perro asombrado miro al conejo y botando unas
lágrimas le dijo: —Un humano no quiso compartir sus cosas, y otro se enojó y
hoy todos están peleándose en esta casa. El conejo entristecido miro el cielo y
susurrando increpo: —cuando no el humano y su egoísmo. ¿Tan difícil es
comprender que compartir sin pelear hace más divertido todo?
Morita
se sentó y meditó: —Razón tienes mi amigo conejo y es muy triste situación, mas
mi corazón pregunta al tiempo ¿entenderá esto el hombre alguna vez?
El
tiempo oyendo la pregunta salió del reloj del conejo relojero y respondió: —
siglos van y siglos vienen mi perruno compañero, más el hombre nunca entiende
la razón de su dolor. Busca todo para él, no comparte con su entorno, no le
importa su vecino y menos oír a quien es sabio. Siglos pasan y siglos vienen y
siempre es la misma historia. La humanidad es muy peleona.
Don
Conejo y Morita junto al tiempo embelesados, mirándose las caras, se abrazaron
y el conejo ya extrañando su hogar lejano, invito a don perruno a que se viniera
a vivir con él y le pidió al tiempo les llevara a casa.
Morita
muy contento le pidió un momento y entrando a la casa de los humanos les miro,
les movió la cola y salió corriendo.
—Sé
que los humanos superarán este lio. ¡Vamos conejo!
Y
cantando los tres nuevos amigos en un hoyo se metieron.
Fue
la última vez que vi a mi perro.
CUENTOS DE MI AMIGO IMAGINARIO
Autor: Abdul Whitemetal
Continuará...