martes, 21 de agosto de 2018

CUENTO V: LA LLUVIA Y EL LEPROSO





Caminaba un hombre lleno de llagas y con la piel destrozada por el dolor de una enfermedad llamada lepra. Soñaba con aquellos tiempos en que su carcomida carne era la suave inspiración de su obsesiva mirada en un enorme espejo, en un gran lago cristalino como la mas fina porcelana, en su mente llena del narcisismo mas elevado.

Su ofensa a la belleza de algun celestial angel, le habia hecho caer una maldicion llena de ira. Su piel caeria y caeria, hasta que sus dias encuentren la luz que habia perdido, en su camino de hedonismo y autocomplacencia. Sin entender el significado, rondaba los caminos, dormia en cuevas, temia ver su rostro.

Aquella noche, la lluvia cantaba extraña. El leproso seguro estabab que le hablaba. - ¡canta!-, le gritaba, - ¡canta! -, le decia. Pues lo que el leproso no sabia, era que una hermosa voz tenia.

Y balbuceo, tarareo, canto. Canto con miedo, canto con animo, canto con fuerza!.

La lluvia le dijo - ¡sal y camina!- y aquel leproso salio y mojando su piel camino, canto, sin parar, hasta una cabaña llegar. Quienes la habitaban al oír el dulce canto la puerta abrieron y con el alma embelesada invitaron a entrar al leproso harapiento. - Canta, por favor, canta sin parar, canta sin cesar- le pidieron y sin mas decir a una habitación se metieron. Amanecio con el leproso aun cantando y los habitantes de la cabaña aparecieron y con una sonrisa que brillaba como el sol, le abrazaron. El leproso asombrado, con temor silencio su canto y la lluvia aun danzante le ordeno salir al campo. Aquel leproso obedeciendo, recibio con mas fuerza el mojar de la lluvia que le decia - dejame acariciarte, pues esta noche con tu canto, salvaste la vida del hijo del sabio del bosque.- Y danzando aquel hombre sintio por primera vez que en su vida habia mas que su propia imagen. Fue su asombro tan enorme cuando, en un lago cercano, de tanto estar danzando, sin querer miro su rostro y aquel rostro otrora maltratado, era hermoso y lozano, mucho mas que el de antaño, mucho mas que en su pasado. Pero lo que mas le alegraba, era el brillo que en su pecho, su corazon reflejaba.
Había encontrado aquella luz que le salvaba de la lepra superficial de la vanidad humana. Se había vuelto la lluvia de una nueva vida, el canto de una lluvia eterna.