aquella tarde Barranquilla inolvidable.
Tu voz de niña calmaban mi aflicción,
durante el duro viaje a mi locura.
Renaciste en mi la ilusión,
del amor sincero y la pasión.
Tan distante estabas, inalcanzable.
Tan distante como un sueño.
Mas tu dulzura de suave inocencia,
Dios me dio entre tormentas.
¡Monserrat! grito mi alma,
¡Monserrat! grito mi vida.
Y en tu corazón me tomaste
y en tu cobijo quede dormido.
Al fin encontré la paz.
Amada mía, niña de dulce mirada.
Amada mía, guerrera incansable.
Ángel de batallas incontables,
vemos caer a nuestro lado a enemigos
y nos amamos entre nubes de azúcar
y gritamos en el momento de uno,
un amor eterno.
Un amor corriendo
a una eterna leyenda.
Ven toma mi mano.
Ven besa mis labios.
Ven, batallas nos esperan.
Batallas donde juntos,
la luz en nosotros vencerá.
Y en nuestro ilógico amor
El mundo grita su dolor
y ansia verse como tu y yo.
Amada mía caminando por nuestras nubes de algodón,
mi corazón
te susurrara por la eternidad...
...te amo.