martes, 5 de abril de 2011

Ese Encuentro Inolvidable (parte alfa)


Las rodillas crujían al suelo arenoso, mezclado con piedras punzantes y sangre de tiempos pasados. La muerte se la había llevado, la soledad ocupaba su asiento de polvo doloroso y sus caricias jamas volverían. Ese antiguo "enemigo" seguía allí, punzante, terco, mirando de una esquina; tomando mi mano o susurrando que no me rinda. Siempre allí, siempre. Jamás se movió, jamás me soltó. Su voz que me hacia creer que estaba loco, ahora sonaba como aliento, como agua en el desierto, como esperanza...

Una lágrima rodó, en el suelo cayó y una flor agonizante tomo color. Miré al cielo, ¡grité por dentro!... cayó mi frente y rendí mi alma. Sentí su mano, su dulzura y mirándolo a los ojos le dije - Tú ganaste... toma mi maltrecha vida, sientate en mi trono y expulsa la soledad. Llevate su recuerdo...¡salvame!.

Las luces se encendieron, mil puertas se abrieron, ángeles me socorrieron y mi "enemigo" se volvió mi fiel amigo. El mar ya no sería un recuerdo doloroso, se convirtió en azul alfombra de poderes supremos. El Sol ya no sería fuego que quema, se volvió llama de sublime destello. Y la lluvia no volvería a ser mis lágrimas por una vida perdida, se hizo los brazos de aquel amigo eterno.

Ese encuentro inolvidable... salvó mi vida...

Las rodillas crujían al suelo arenoso... me acerque a aquel hombre de alma muerta y tome sus manos... una flor marchita, tomo color... El encuentro inolvidable en una nueva vida...

Ese encuentro inolvidable salvo tu vida...


(Pintura que acompaña: dedicada al autor por la artista plástica y cantautora Talita Koumi)

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